El último día quise ver sus ojos, fue eso lo que me enamoró en un principio y era eso lo que ese día me decía adiós. Ese adiós me dolió, pero no me mato. Aquí sigo de pie, por mucho tiempo arrastro sus recuerdos constantemente, es más... recuerdo que a sesenta kilómetros por hora era la velocidad máxima de la ruta, mi corazón en ese momento iba a cien por hora y es así como termino estrellándose.
Luche hasta el último momento por ser la mejor porque ni un solo día le faltara algo, no supo nunca que mi último "te extraño" lo decía en un mar de lagrimas.
Me convertí en lo que nunca quise ser, un espacio en su lista de pendientes, una piedra en su zapato.
Intente darle mi corazón y mi cuerpo entero, con la única finalidad de que por un momento pueda sentir lo que yo sentía cuando lo veía.
Hoy camino sin rumbo, he comenzado a pensar que mi alma se fue con él. Ayer me encontraba acostada, intentaba buscarlo quería hablarle, aún las paredes te nombran me estoy volviendo un tanto loca, he comenzado a hablarles al viento, a las plantas de ti, he besado árboles, abrazado gente toxica, grito tu nombre y solo el eco me contesta.
La otra noche soñé que me llamabas, que corrías a buscarme, que gritabas mi nombre, soñé que te veía a los ojos, que moría en tus brazos. Me desperté llorando, mis brazos abrazaban la almohada, la calle estaba vacía y en el teléfono no había ninguna llamada... Cuando cierro mis ojos logro verte constantemente, ahogo mis palabras porque hasta en sueños te estoy llamando.
Recuerdo que contaba los días y las horas para verte, aún cuando no estaba segura de lo que realmente sentía, hoy sigo contando nuestra triste historia.
Mi gente me cuenta que puedo olvidarte con el paso de los días, pero veo tu silueta en mi sombra, veo tus manos en mi cuerpo, tus labios en mis labios, tu aroma, y tus ojos, esos los veo en todos lados, pero sobre todo al cerrar los míos, por eso no quiero dormir, se que te veré y que al abrirlos me llevaré la misma tristeza de todas las mañanas.
Seamos claros, no estás aquí a mi lado, pero yo te pienso, incluso cuando ya no debería hacerlo más sabiendo que no hay vuelta atrás.
Nunca entenderás mi cariño, es loco, ciego y un poco torpe, no llegué a mostrarte que realmente amo hasta quedarme sin aliento, hasta que mi cuerpo se detenga, hasta que se me salga el alma.
Hoy sigo escondiendo mis miedos, guardo recuerdos y ahogo mis llantos, eh acabado con mis defectos, resalté virtudes, peleo día a día contra mis demonios y nunca me rindo.
Cinco minutos de Mariana Eberhardt