11/2/19
LUNES 11 DE FEBRERO
Todavía me acuerdo de la primera vez que te dije te quiero. Todavía me acuerdo del primer beso, sé que vos tampoco lo vas a olvidar. Tampoco voy a poder olvidar cuando me dijiste adiós, aunque mi cabeza quiera borrarlo, aunque todavía me cueste creer que pasó de verdad. Me dijiste adiós junto con un montón de excusas, que las dejé pasar porque no las creí. Te fuiste y me dejaste tirada en el medio de mis miedos y de mis mil intentos de quererte y de querer estar bien. Me dejaste sola conmigo misma y todas tus falencias.
Me duele mucho porque me volviste a abandonar, como un cobarde, como si no valiera nada, como si nunca hubiese importado.
Me sacaste de encima lo más rápido posible y te borraste, en vez de aunque sea pedirme perdón por no quererme, no sé, como para amortiguar un poco más tu partida.
No hay mucho que decir cuando dejaste de sentir, lo sé, de hecho no queda nada por decir más que comunicárselo a otra persona, para terminar algo que empezaste cuando sentías que nada podía ser mejor, y hoy simplemente ya no me queres en tu vida, y por momentos no quiero ni estar en la tuya.
¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que todo termina?
En que, en realidad, adentrándonos más en el otro, al intentar comprenderlo, que no tiene la culpa por no quererte, que uno tampoco quiere a todo el mundo, que yo también deje de querer, y que tal-vez ya te habían dejado de querer a vos.
Y me duele pero lo acepto, y reconozco tus expectativas, reconozco que siempre te he exigido mucho más, que quería que fueses a mi gusto, quería moldearte a la idea que tenía, porque quería que fueses en algunos momento un poco más cariñoso, menos mujeriego, y así, sabiendo que ya te había conocido de una forma, sabiendo que las personas difícilmente cambien.
No me culpo, entiendo mi dolor, idealizar no duele, darte cuenta de que esa idea sólo estaba en tu cabeza, si.
Creo que eso es lo más cuesta dejar atrás, todo lo que podría haber sido, todo lo que nunca será.
Pero por suerte siempre hay más personas, más comienzos, más paisajes.
Cuando la vida te niega algo, es porque tiene preparado algo mucho mejor.